Hay también días
en los que no te ha caído un meteorito en tu vida, pero sí que te han
dado una tarea tan extensa, que prácticamente te ocupa veintitantas horas de la
jornada.
Ahí priman los
plazos, completar la tarea y hacerlo bien o suficientemente bien. Te has de
dedicar en pleno.
Y, al final,
uno se da cuenta de que realmente puede realizar más cosas y más extensamente de
las que cree o de las que está acostumbrado; de que el trabajo no mata, y de
que "mañana" será otro día -como realmente lo es-.
No obstante, es
posible también, que esa jornada de veintitantas horas, se prolongue
sucesivamente en las siguientes "mañanas".
En ese caso, algún "mañana" será "otro
día".