Los ordenadores nos simplifican mucho la vida. Pero cuando nos hacen esperar… nos fastidian y desesperan olvidándonos de todo lo que anteriormente nos han facilitado.
Con frecuencia, y sin darnos cuenta, también reaccionamos así ante las personas (familia incluida).
Y no solo eso, es que, además, hay quienes son más “magnánimos” con unos (los ordenadores) que con otros (las personas).
La vida, además de llevar una marcha independiente de la que nosotros realizamos: nos puede sobrepasar si nos paramos, y puede hacer que nos caigamos de bruces si aceleramos desmesuradamente.
O esperamos a que
la vida nos lo dé todo. (Y puede que obtengamos algunas migajas).
O nos ponemos, mientras
estemos vivos, a dedicarnos a lo que realmente nos importa. (Y puede que obtengamos
algo que sea, para nosotros, realmente valioso).